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Marcos

1:21–28 Jesús echa a un espíritu maligno (ver Lucas 4:31–37; Mateo 7:28, 29). En una sinagoga de Capernaúm, los presentes estaban maravillados de la confianza con la que hablaba Jesús; él era muy diferente a los demás maestros y en sus palabras había una nota de autoridad. Marcos frecuentemente hace notar que las personas quedaban admiradas de lo que Jesús decía o hacía, pero de igual manera hacía ver, como en este caso, que esto no los llevaba necesariamente a la fe en él. Podríamos decir que 'entraba a sus cabezas', pero 'no bajaba al corazón'. No solamente los adoradores en la sinagoga se dieron cuenta de la autoridad de Jesús; también se dio cuenta un hombre poseído por un espíritu inmundo. Esta persona estaba totalmente bajo el poder del enemigo.

Bien se ha dicho que existen dos peligros igualmente grandes al pensar en Satanás. El primero es ignorarlo, o procurar desacreditarlo científicamente. El segundo es concentrarse en él de una manera insana, en vez de concentrarse en el Espíritu Santo. Las personas del Occidente han tenido la tendencia de hacer lo primero, pero también puede ser que la experiencia de las guerras mundiales y el derrumbe de la sociedad están obligando a los psicólogos a volver a mirar más profundamente para hallar las causas del mal. La concentración en los espíritus inmundos tradicionalmente ha sido el peligro del Tercer Mundo. Ninguno de los dos extremos es bíblico, y debemos procurar mantener un equilibrio entre los dos.

Puede ser que tratemos de explicar o anular las referencias en la Biblia de aquellos que están bajo el poder del enemigo diciendo que así era como hablaban las gentes en una edad no científica ante las enfermedades corporales o mentales. Aquellos que trabajan en tierras no cristianas o en las que se consideran “poscristianas”, saben muy bien que existe tal cosa como posesión demoníaca. En el NT se hace una clara distinción entre lo que es la posesión demoníaca y una enfermedad ordinaria, o aun locura. Por lo general, la Biblia restringe la “posesión demoníaca” a los casos donde existe alguna resistencia a Dios, por quien la sanidad podría ocurrir. Tenemos que tener mucha cautela de no usar la expresión demasiado amplia o livianamente, pero de igual manera no debemos rechazarla del todo.

En el comienzo del Evangelio de Marcos se ve a Jesús luchando en un conflicto con el enemigo y que ha de continuar a través de su ministerio. La Biblia aclara que hasta que Cristo no nos liberte estamos todos bajo el poder del enemigo en grado mayor o menor, al igual que los cristianos están en grado mayor o menor bajo el control del Espíritu Santo. En ocasiones hay quienes (como bien lo saben los cristianos del Tercer Mundo) están tan entregados al enemigo que puede decirse que están “poseídos”. Al otro extremo está la “llenura” del Espíritu Santo (Ef. 5:18). El hombre de la sinagoga de Capernaúm estaba totalmente controlado por el espíritu maligno, quien reconoció de inmediato la autoridad de las enseñanzas de Jesús y reaccionó violentamente. Hemos de notar que en la Biblia el echar espíritus malignos no es algún rito de magia, requiriendo encantamientos y nombres (como en otras religiones), sino que es la presentación de las buenas nuevas de Jesús a la persona interesada. Este es el significado de echar demonios “en el nombre de Jesús”, no una mera repetición mecánica del nombre mismo. Por eso la palabra “exorcismo” no es buena porque hace pensar en algún encantamiento. La única clase de exorcismo que es duradera es reemplazar al enemigo poniendo a Jesús en el centro de nuestras vidas. Algo menos que esto conducirá sólo a tener problemas mayores (Mateo 12:45).

La interrupción violenta de aquel hombre en el versículo 24 llegó en respuesta a la predicación de las buenas nuevas por Jesús en la sinagoga ese día. El enemigo en su interior reconoció de inmediato a Jesús como el Santo de Dios (que, por lo menos, era un título mesiánico, si no uno divino). Jesús no aceptaba tal testimonio forzado contra la voluntad del hombre; no era el testimonio del Espíritu Santo. De manera que reprendió y echó fuera al espíritu (25). Aun esta exhibición de poder sólo produjo asombro a los que lo presenciaron, que no eran seguidores. Es posible que el hombre mismo llegara a ser seguidor de Jesús después de su sanidad.

El testimonio del espíritu inmundo como el que hemos visto aquí está en marcado contraste con la confesión de Pedro (8:29), que de muchas maneras sirve de punto culminante de todo el Evangelio.



12:18–27 Habiendo silenciado a los fariseos, se llegaron a él los saduceos, los ricos nobles que controlaban tanto el templo como el Sanedrín, el gran concilio religioso de Israel. Estos llegaron para burlarse de su fe en la resurrección presentando una ilustración ridícula, y probablemente no basada en la vida real, acerca de una mujer que se había casado muchas veces.

Los fariseos ya habían dictaminado que una esposa así pertenecería a su primer esposo en la resurrección (la que ellos interpretaban de una manera muy materialista, casi igual a lo que creen los musulmanes de nuestros días).

Los saduceos, por supuesto, aprobaban la costumbre mosaica que se menciona aquí, que tenía el propósito de retener la propiedad dentro de la familia de la viuda, pero rechazaban totalmente la idea de resurrección alguna. Para ellos, esta vida era todo; con razón eran duros, materialistas, y con frecuencia ricos. Todos conocemos a gente así.

En primer lugar, Jesús aniquiló todo el argumento rechazando las ideas materialistas crudas de la resurrección, tema en que él creía, igualmente que los fariseos. Como lo dice Pablo, nuestro cuerpo resucitado será de otro tipo (1 Co. 15:44). Aquí Jesús lo compara con el de los ángeles. Los asuntos de sexo y relaciones físicas no tienen incumbencia. También tenemos que rechazar ideas materialistas crudas del significado tanto de la resurrección como del "Hijo de Dios", como si significara sencillamente una paternidad física. Estos temas son piedras de tropiezo impidiendo la recepción del mensaje de las buenas nuevas.

En base a los libros de Moisés, que eran reconocidos por los saduceos, Jesús les mostró que la idea de la resurrección podía comprobarse en base a la relación de los patriarcas con el Dios viviente. Ellos "hallaban" la vida eterna en Dios, como nosotros lo hacemos en Cristo en el día de hoy, pero es un nuevo tipo de vida, demostrando el poder de Dios.


13:1–37 Jesús ha dado advertencias abundantes a los que están fuera del reino de Dios; ahora presenta palabras de advertencia a los que están adentro del reino. Se comunican en términos del juicio venidero, que será un tiempo de prueba para los discípulos, pero aun así será una prueba muy real. Todo el tema es presentado por medio de la profecía del juicio contra el templo (2). El “círculo íntimo” (esta vez incluía a Andrés) tiene que haber pensado que la destrucción del templo iniciaría los tiempos finales, y estaban deseosos por saber cuáles serían las señales. Es posible que este tipo de curiosidad provoca a los cristianos de hoy a tratar de saber la fecha de la segunda venida de Cristo. Sin embargo, Jesús lo utilizó como un reto a los cristianos de cualquier época, lo que resulta ser la función de tales profecías en la Biblia.

La necesidad principal es estar velando (5), especialmente en contra de los posibles engañadores, y no estar alarmados por las circunstancias terribles. Ambas cosas hubieran sido relevantes en Roma, donde surgieron varias herejías primitivas, y molestaban en la época cuando el Evangelio de Marcos estaba siendo escrito como para “el año de los cuatro emperadores” (68 despues de Jesucristo), con varios contendientes al trono peleándose por la corona. La persecución será inevitable, pero debe verse como una oportunidad para atestiguar usando palabras que serán provistas en el preciso momento por el Espíritu Santo. (Esta es una de las pocas referencias directas al Espíritu en Marcos) La predicción de que es necesario que primero el evangelio sea predicado a todas las naciones (10) es casi la versión de Marcos de la “gran comisión” (Mt. 28:19). ¿Habría Marcos visto algo de esto en las labores de Pablo y los demás apóstoles?

Además, está la advertencia que hasta los lazos más íntimos y naturales se quebrantarán bajo tal estrés (12), la verdad contraria a la enseñanza acerca de la verdadera “familia de Jesús” (3:34, 35). Muchos quizá hemos sabido cómo algunos miembros de la familia se han traicionado unos a otros en tiempos de persecución, y la agonía de sentirse odiados universalmente sin razón, sólo por ser cristianos (13). Sin embargo, hay una promesa unida: la persistencia hasta el fin nos dará la vida eterna, aun si no seguridad en este mundo.

Los cuatro discípulos habían preguntado: “¿Cuándo?” En un lenguaje bastante velado Jesús insinuó que sería cuando los emblemas idolátricos del ejército romano fueran impuestos triunfalmente en el templo de Jerusalén. Marcos no podía atreverse a informar de esto abiertamente (y menos en Roma) especialmente ya que lo dicho todavía no parecía haber ocurrido cuando se escribió este Evangelio. Pero el pequeño paréntesis del vresículo 14 muestra que él esperaba que sus lectores comprendieran. Jesús usó lenguaje tomado del libro de Daniel, relatando en primer lugar de la profanación del templo por el perseguidor Antíoco Epífanes en el siglo II antes de Jesucristo. La abominación en ese caso fue un ídolo, que fue levantado en el mismo templo y lo profanó. Los versículos siguientes parecen describir el terrible sufrimiento durante las primeras guerras judías, cuando los ejércitos romanos invadieron Palestina. Esto ocurrió sólo una generación después de la muerte de Cristo, y la iglesia cristiana judía seguramente compartió el sufrimiento general. La tradición dice que los cristianos huyeron a Pella en Transjordania, recordando la advertencia de Jesús (14).

Una advertencia aun más urgente, en este caso, es la que va en contra de los falsos mesías, y los falsos profetas (22). Estos abundaron en la época después de Cristo, y siguen abundando hoy en día; con sectas falsas y la “franja lunática” en derredor de la iglesia cristiana. De mayor importancia será recordar, al volver a descubrir “señales y maravillas”, que aun éstas pueden ser falsas con señales de profetas falsos; debemos estar alertas (23). Por esto es posible que Jesús usó señales con poca frecuencia en su ministerio.

Hasta este punto, todo lo que Jesús predijo puede colocarse en el año 70 despues de Jesucrsito, viendo a los ejércitos romanos asolando Palestina, y la lucha entre los emperadores para obtener el trono. Los lectores de Marcos hubieran podido reconocer las referencias, aunque para nosotros no sean del todo claras ahora. A partir del versículo 24 en adelante se da la impresión de que son los últimos días. En estos últimos días los poderes terrenales mayores simbolizados en el Antiguo Testamento por el sol, la luna y las estrellas, caerán, y el Hijo del Hombre llegará en gloria para recoger a sus escogidos (26, 27). El extremo de la tierra sale de las imágenes de Daniel 7, aunque la frase puede hacer una leve alusión a la misión a los gentiles. No puede ser sencillamente una referencia a la acción de reunir a todos los judíos fieles de todo el mundo.

Este tiempo, aparentemente, ocurre mucho después del período de las guerras judías de 70 despues de Jesucrsito aunque son el cuadro más amplio del juicio que seguiría al final de los tiempos, así como el verano sigue a la primavera en Palestina. Es bastante incierto que el brotar de la higuera en este lugar haga alusión al regreso de los judíos a la Palestina y el restablecimiento del Estado de Israel. Más bien puede ser otro proverbio popular que se usa en muchos lugares, aunque en los países occidentales no se conoce.

Como sucede con frecuencia en las profecías del AT, Jesús pasó directamente de ese momento cercano, al futuro distante; es como si hubiésemos visto dos grandes cumbres de montañas, y no el gran valle que los separaba. Por esta razón Jesús pudo decir que esta generación no pasaría hasta que se cumpliese este primer conjunto de señales. Muchos de los que lo escuchaban seguirían en vida en el 70 despues de Jesucristo. Es poco probable que esta generación se refiera a la sobrevivencia del pueblo judío en su totalidad, pero aquellos que comprenden esta frase como refiriéndose tanto al futuro inmediato como al distante lo comprenden de esta manera.

Así como al libro del Apocalipsis con frecuencia se le llama “la Revelación” (lo que significa “quitarle el velo al futuro”), así igualmente a este capítulo se le denomina “el pequeño apocalipsis”, ya que en él Jesús también revela el futuro. Hay que recordar tres cosas al leer este capítulo:
-Primera, que no es posible expresar las cosas como son en tiempos de peligros políticos.
-Segunda, que el lenguaje simbólico se usa para revelarnos las cosas, no para confundirnos; no tiene nada de “misterioso”.
-Tercera, todo tiene el propósito de hacernos cristianos más fieles en el momento presente, no para que estemos capacitados para profetizar o especular acerca del futuro lejano (37). Esto se demuestra por el hecho de que ni aun el Hijo (y este es otro lugar donde Jesús afirma una relación única con Dios) conoce la fecha de estas cosas (32). Sin embargo, tenemos una promesa, que cuando todo tiembla, las palabras de Jesús permanecerán (31), un dicho que se usa con las Palabras de Dios mismo en el AT.