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Juan

1:14-18 La encarnación del Verbo. Esta parte final del prólogo lleva al relato de la vida histórica de Jesús, por lo cual se dice que el Verbo se hizo carne. Lo más significativo sobre esta afirmación es el énfasis en la palabra carne, que se usa como sinónimo de humanidad. La afirmación, sin embargo, es más impactante que si Juan hubiera escrito “el Verbo tomó la forma de humanidad”. Carne atrae la atención al ingreso del Verbo en el pleno devenir de los hechos humanos. El Verbo divino se convirtió en el Jesús humano. La frase habitó entre nosotros usa una palabra que está relacionada con el tabernáculo (algo así como “tabernaculizó”) y trae reminiscencias de Dios morando entre su pueblo en el tabernáculo en el desierto. La idea de “habitar” es claramente algo que se considera temporario. Pero Juan se esfuerza para aclarar que la estupenda venida del Verbo a la vida humana tuvo una plena certificación testimonial. Juan había sido testigo ocular de la gloria de la vida terrenal de Jesús (versículo 14b). Esto es más probable que suponer que nosotros se refiera a los cristianos en general y que la gloria sea la gloria de Jesús después de la resurrección. El contexto requiere que haya habido algunos que realmente vieron la gloria del Verbo encarnado. Puede suponerse una alusión a la transfiguración, pero lo más probable es que la gloria se refiera a todo el ministerio de Jesús. La particularidad de la gloria se ve en la descripción del único que ha recibido ese tipo de gloria que podría ser otorgada sólo por un Padre amoroso a un Hijo amado. El carácter único de Cristo se ve así desde el comienzo del Evangelio. Pero no se trata sólo de su venida del Padre sino de que él es la fuente de gracia y de verdad que es lo más significativo. Juan quiere que veamos en el ministerio de Jesús una expresión de la gracia de Dios y una revelación de su verdad.

Aunque el versículo 16 sigue naturalmente al 14, el que aparece en medio debe ser visto claramente como un paréntesis intencional. Las palabras sobre Juan el Bautista agregan gran fuerza a su testimonio sobre Jesús. Hay una alusión indirecta sobre la preexistencia de Jesús que ya ha sido afirmada en el versículo 1. El versículo 16 muestra claramente la importancia de la gracia que los cristianos (todos nosotros) hemos recibido. Una vez más, se subraya el pensamiento de una experiencia directa. Existen versiones de la Biblia que han presentado bien el significado de la críptica frase gracia sobre gracia, traduciendo “bendición sobre bendición”. La plenitud no viene a todos nosotros de repente sino en una progresión de experiencia de gracia. Puede haber un contraste entre Moisés y Jesucristo en cuanto a un método diferente de acercarnos a Dios, porque las observancias legales son inferiores a la aceptación de un don de la gracia. Pero el texto no requiere un contraste. Es mejor ver una comparación entre la entrega divina de la ley por medio de Moisés y la gracia por medio de Jesús.

La culminación de este prólogo en el versículo 18 tiene el propósito de recordar al lector el versículo 1. No hay otra posibilidad de conocer a Dios sino por medio de Jesucristo, el Verbo. La afirmación a Dios nadie le ha visto jamás es un reflejo del AT. Ni siquiera a Moisés se le permitió verlo. Por lo tanto, en esto la revelación de Jesús es infinitamente superior dado que él es el único que ha hecho conocer a Dios. La versión Reina Valera Actualizada sigue lo que es ciertamente la lectura más firmemente asegurada cuando traduce el Dios único, que es una afirmación de la deidad de Jesús. Pero teniendo en cuenta las palabras siguientes, que está en el seno del Padre, la lectura alternativa “el unigénito Hijo” o “el Hijo único” se ajusta más al contexto.


3:1-21 La importancia de la entrevista de Jesús y Nicodemo aumenta por el hecho de que se trataba de un miembro del Sanedrín judío. Un hombre así debería estar bien informado de las enseñanzas judías y haber entendido las alusiones hechas por Jesús. Aunque a menudo Juan menciona a los fariseos en sentido negativo, aquí se concentra en un fariseo que tenía un motivo serio al buscar a Jesús. No es seguro por qué fue a verlo de noche. Puede haber sido para eludir la publicidad. Por el otro lado, el comentario puede ser una nota incidental de la hora sin ningún significado especial, o puede haber sido simbólico y relacionado con el estado espiritual de Nicodemo. La primera es la explicación más simple. Las palabras iniciales de Nicodemo en el versículo 2 se relacionan con el comentario de 2:23–25.

Aquí aparece un hombre que había visto las señales y está dispuesto a hacer preguntas. Sin embargo, es claro que el criterio de Nicodemo sobre Jesús no iba más allá de ver a un maestro con el sello de Dios sobre él. Por lo menos, aquello era un principio pero muy lejos de una real comprensión. El comentario de Jesús en el versículo 3 va más allá de la pregunta implícita de Nicodemo. La necesidad del nuevo nacimiento era un desafío al derecho de Nicodemo de hacer una afirmación sobre Jesús en un plano puramente humano. Las palabras a menos que uno nazca de nuevo podrían ser entendidas en el sentido de ser nacido de arriba o de dirigir la atención al carácter espiritual del nacimiento. Como es claro Nicodemo las entendió en el primer sentido, y rechazó la posibilidad de un nuevo nacimiento. Pero Jesús se refería a ello en el segundo sentido, o sea a un tipo totalmente distinto de nacimiento. Muchos de los Padres de la iglesia primitiva entendieron que esa afirmación se refería al bautismo a la luz del versículo 5, pero la interpretación más natural es la de una regeneración espiritual.

El reino de Dios es una expresión que se encuentra más en los Sinópticos que en Juan. Se relaciona primariamente con la soberanía ejercida por Dios. Aquí el hecho de “ver el reino” parece ser equivalente a la expresión más habitual en Juan sobre la vida eterna. En el versículo 5 es citada como “entrar en el reino”.

La pregunta de Nicodemo en el versículo 4 es sorprendente, ya que tomó las palabras de Jesús tan lit. Su rechazo de la idea de volver al seno materno refleja esa confusión. No podía captar que el reino requiere un acto de regeneración. Hay un elemento de incredulidad en su comentario. La repetición de la necesidad de un nuevo nacimiento en el versículo 5 se fortalece por el contraste entre el nacimiento en agua y el en Espíritu. Ha habido mucha discusión sobre el significado de este versículo. Algunos entienden que la referencia al agua señala el bautismo y piensan que Nicodemo habría entendido que era una alusión al bautismo de arrepentimiento practicado por Juan el Bautista. Pero no hay indicio de eso en el pasaje.

Otros han supuesto que es una referencia al bautismo cristiano, caso en el cual no había posibilidad de que Nicodemo entendiera y Juan debería haber interpuesto la idea en la historia para sus propios contemporáneos cuando él escribía. Sin embargo, si las palabras de Jesús tuvieron algún sentido para Nicodemo, debemos tomar juntos al agua y al espíritu y relacionarlos con un nacimiento como en el versículo 3.

El uso del AT introduce el agua y el espíritu con el significado de que Dios actuaría para la limpieza de su pueblo (ver, por ejemplo Ez. 36:25–27). En este caso, Nicodemo estaba recibiendo la enseñanza de que algún tipo de experiencia espiritual de regeneración era necesario para una apreciación adecuada del reino de Dios. Se discute si se debiera usar una mayúscula al hablar de Espíritu (como hace la RVA y casi todas las versiones, pero no Besson) o si debe ser entendido básicamente para indicar una experiencia espiritual en contraste con una limpieza ritual. En cuanto a lo que concierne a Nicodemo, lo más probable es lo último, pero a la luz de las referencias posteriores al Espíritu en este Evangelio, posiblemente Juan quiso que sus lectores entendieran que era el Espíritu Santo. En realidad en el v. 6 el contraste entre carne y Espíritu tiene más sentido si se tiene en mente el Espíritu Santo. Carne apunta aquí a la naturaleza humana, que sólo puede producir más naturaleza humana, pero no hijos de Dios. Nacer del Espíritu requiere un cambio radical, un nuevo comienzo. En efecto, Jesús dice que el carácter de los que nacen es determinado por la fuente que les da la vida.

Es una lástima que en el lenguaje común la expresión “nacido de nuevo” se haya convertido, en algunos países, en una sarcástica descripción de alguna secta extremista, o aun se refiriere a viejas ideas renovadas o nuevas versiones de motores de automóvil. Sería muy desafortunado permitir que tal desprecio nos prive de un concepto tan vital y central a la fe cristiana.

El versículo 7 subraya el carácter imperativo del nuevo nacimiento. No tiene nada de optativo. La ilustración del viento (8) se hace más inteligible cuando nos damos cuenta de que en gr. la misma palabra se puede traducir como “viento” o “espíritu”. Lo que Jesús estaba diciendo aquí era que, aunque haya falta de conocimiento sobre el origen tanto del viento como del Espíritu, los efectos de ambos pueden ser observados. Nuestro conocimiento de los movimientos del viento ha aumentado notablemente en los tiempos modernos, pero en aquellos tiempos, el viento era impredecible. Lo que expresa es la acción soberana del Espíritu de Dios. Relaciona todo con la afirmación de 1:13.

Es claro que Jesús esperaba que un hombre como Nicodemo entendiera su ilustración y lo reprendió porque no fue así. Su pregunta estaba teñida de incredulidad y el versículo 11 muestra que Jesús lo reconoció.

Nicodemo aún no había logrado captar el significado de lo que Jesús estaba diciendo. El uso de la primera persona plural en el versículo 11, en la respuesta de Jesús, ha sido interpretado de distintas maneras. ¿Estaba incluyendo a los discípulos? A esa altura, ellos sabían muy poco. ¿Estaba incluyendo al Padre y al Espíritu? Esto es posible, aunque es dudoso que Nicodemo lo haya reconocido. ¿O estaba reiterando el uso de “nosotros” que había hecho Nicodemo en el versículo 2? Es claro que presenta un contraste con el cambio de primera a tercera persona plural al fin del mismo versículo, lo cual parece referirse a los judíos en general que no alcanzaban a creer en el mensaje de Jesús.

Las cosas terrenales del versículo 12 deben referirse a lo que ya ha sido dicho, y por lo tanto deben incluir el nuevo nacimiento. Este ocurre en la tierra, mientras que las cosas celestiales se relacionan con las revelaciones del futuro cuando el reino alcanzará su cumplimiento. El versículo 13 probablemente se refiere al estado del cual Jesús descendió y al cual volvería después de la ascensión. Como el cielo era su hogar, estaba en condiciones de hablar con autoridad sobre las cosas espirituales. Al principio, no parece ser muy claro que haya alguna conexión entre el versículo 14 y el versículo previo. La acción de Moisés de levantar la serpiente en el desierto era un símbolo bien conocido de la provisión divina de vida para su pueblo, pero era también una conexión más profunda con el simbolismo del levantamiento en la cruz, el punto central de la obra del Hijo del Hombre en la tierra. Las palabras así es necesario muestran la naturaleza inevitable de la cruz si la vida eterna ha de ser compartida con los creyentes, punto que es fuertemente presentado en el versículo 15.

Generalmente en este Evangelio, el autor distingue entre las palabras de Jesús y las propias, pero en este caso no lo ha hecho. Los vv. 31–36 aparentemente son un comentario de Juan. La declaración del versículo 16 expresa concisamente estas tres verdades: el carácter universal del amor de Dios, su naturaleza de sacrificio y su propósito eterno. No nos maravilla que se haya descripto como “el evangelio en miniatura”. Como el verbo usado (tenga) está en tiempo presente, significa que la intención es que la vida eterna sea una posesión actual. Esta afirmación sería un desafío para los oyentes judíos que estaban acostumbrados a pensar en Dios como alguien que amaba sólo a Israel, pero es acorde con la idea del amor universal que se encuentra en todo en NT. La palabra mundo se usa en el sentido habitual en este Evangelio de un lugar necesitado de la gracia salvadora de Dios. Esto explica por qué Jesús vino a salvar y no a condenar (17). El hecho es que el mundo ya estaba en un estado de condenación, aunque eso se acentuó por la falta de fe en el Hijo de Dios. El v. 18 pone en claro que Jesús como Hijo de Dios es el recurso final que divide el mundo en dos grupos, los creyentes y los incrédulos. Aquí la referencia a la fe en el Hijo de Dios se relaciona con la afirmación del propósito del autor al escribir su Evangelio según 20:30, 31.

Los versículos 19–21 contienen un eco del prólogo (1:5) en el contraste entre luz y tinieblas. Los que están en tinieblas son aquellos cuyas obras eran malas. Esto implica una decisión deliberada para realizar actos que son malos a la vista de Dios. Esto explica por qué tales personas odian la luz, ya que ella significa que la verdadera naturaleza de sus hechos será manifestada (20). Hay un fuerte contraste con aquellos que viven en la luz, que se describen aquí como aquel que hace la verdad. Su propósito es completamente diferente, porque quieren que sus acciones se vean claramente a fin de que la obra de Dios en ellos sea manifiesta. Se puede entender el versículo 21 en dos maneras: o expresando el contenido de lo que se ve; o la razón por la que cualquier persona viene a la luz. La primera cabe mejor en el contexto. El propósito de esta sección es el de animar la fe en Jesús.



4:4-26 Jesús y la mujer samaritana. Había dos rutas posibles desde Judea a Galilea. La más larga era a través de territorio gentil por el lado oriental del Jordán; la más corta era a través de Samaria y era la más usada a pesar de la animosidad entre judíos y samaritanos. El versículo 4 sugiere que esta última fue una elección necesaria. Quizá Juan está dando a entender que había una razón divina en cuanto concernía a Jesús. Generalmente se supone que Sicar es la moderna Askar, cerca de la antigua Siquem. Aún existe un profundo pozo, que de acuerdo con la tradición es el original. El versículo 12 muestra que Jacob era de especial importancia para los samaritanos. Jesús estaba cansado (versículo 6); esto parece ser una nota intencional para subrayar la verdadera humanidad de Jesús y también aporta un marco para el comienzo de la conversación. La hora sexta debía ser el mediodía, la más calurosa de la jornada.

Era poco común que una mujer fuera sola al pozo. Puede haber sido considerada como una marginada social. Juan agrega el detalle de que los discípulos estaban ausentes (versículo 8) para llamar atención al diálogo entre la mujer y Jesús. La acción de éste hizo a un lado dos prejuicios judíos: la conversación con alguien samaritano y con una mujer. El prejuicio racial se intensifica por la observación de la mujer (versículo 9). Jesús debe haber previsto su perplejidad porque la usó para continuar la conversación. La idea de beber por una necesidad física llevó naturalmente al comentario sobre el don de Dios (versículo 10), que se convirtió en un tema espiritual. La mujer pensaba en Jesús como en un judío típico, y Jesús procedió en base a este concepto. Si ella hubiera conocido su identidad, le habría pedido agua viva. Esta expresión tenía un doble significado, o sea el de agua corriente o de manantial y el de agua espiritual, o sea conectada con el Espíritu. Los rabinos pensaban en la Torah como agua viva, lo que demostraba su uso metafórico. Sin embargo, no llama la atención que la mujer aún pensara solamente en el nivel humano, como muestra el versículo 11. Parecía necio pensar en sacar agua de un pozo profundo sin tener los medios para hacerlo. Su visión no era mayor que un balde. La comparación con Jacob, que había cavado el pozo, le sugirió que Jesús era inferior. Por lo tanto, ella hizo un par de juicios errados. No podía concebir que alguien fuera mayor que el venerado Jacob (la misma incapacidad de los judíos para concebir que alguien fuera mayor que Abraham, 8:53). La verdadera superioridad de Jesús estaba en el hecho de que el agua era viva cuando él la proveía. El pozo de Jacob podría saciar la sed sólo provisoriamente (versículo 13). Hay muchos pasajes del AT que relacionan las promesas de Dios con la ilustración del agua (Isa. 12:3; Ez. 36:25–27). La conexión entre el agua y el Espíritu también es una idea del AT (Is. 44:3). La referencia a la vida eterna (versículo 14) está conectada claramente con la actividad del Espíritu, como se ve en 6:63.

Hay similitudes entre esta narración y el episodio de Nicodemo, ya que ambos relatos muestran que los malentendidos llevaban a mayores explicaciones. La mujer del versículo 15 aun pensaba en el agua en sentido literal. Imaginaba una provisión continua que evitaría sus visitas al pozo. Aún no había captado la dimensión espiritual. Hay más significado de lo que es evidente en la respuesta de Jesús a la mujer (versículo 16). De hecho, había un bloqueo moral. Ella no había captado la naturaleza de su propia necesidad. Estaba obligada a enfrentar la realidad de admitir que no tenía marido, aunque escondió el hecho de que estaba viviendo con un hombre. Jesús estaba demostrando esa mayor visión que Juan hizo notar en 2:25 y que la misma mujer comenzó a reconocer (19). La enseñanza judía desaprobaba que una mujer tuviera más de tres maridos y la idea de concubinato de hecho no tenía apoyo religioso. Por lo tanto, la mujer estaba en gran necesidad moral y espiritual. Notamos el modo gentil en el cual Jesús no sólo la alabó y también la criticó (versículos 17, 18).

Cuando ella comprendió que Jesús era un profeta (versículo 19), probablemente pensó en una persona inspirada. Este era al menos cierto avance sobre su punto de vista anterior. Aunque la introducción que ella hizo del tema sobre el lugar de adoración puede parecer un desvío para evitar un tema desagradable, es más probable que ella se diera cuenta de que Jesús era algún tipo de profeta judío y entonces quisiera demostrar su conocimiento de las diferencias entre judíos y samaritanos sobre el principal lugar de culto (versículo 20). La adoración estaba directamente relacionada con un lugar sagrado. En el pasado, había habido un templo edificado en el monte Gerizim para rivalizar con el de Jerusalén. Aun después que el templo de aquel monte fue destruido por Juan Hircano, los samaritanos continuaron adorando en el monte. No es claro hasta qué punto a la mujer le interesaban esas diferencias, pero ella asumió que era un asunto digno de ser discutido. Jesús usó su respuesta para hacer una declaración profunda que trascendía la discusión sobre la ubicación. Primero hizo a un lado el tema del lugar para plantear el del objeto de adoración (versículo 22). Aunque ni Jerusalén ni el monte Gerizim tenían importancia en este asunto, sin embargo, los judíos tenían al respecto una comprensión superior de Dios. Dado que los samaritanos se limitaban al Pentateuco, les faltaba la riqueza teológica de la revelación de Dios del resto del AT. Cuando Jesús dijo que la salvación procede de los judíos (versículo 22) no estaba diciendo que todos los judíos serían salvos, sino que por medio de los judíos llegó el conocimiento de esa salvación en las Escrituras. Como en ambos casos se usa el neutro lo que, eso dirige la atención más a la esencia del culto que a la persona adorada. La referencia de que la hora viene (versículo 23), modificada por y ahora es, muestra claramente que fue el ministerio de Jesús lo que transformó radicalmente la adoración. El modo de hacerlo ahora es en espíritu y en verdad, lo que trasciende todas las consideraciones de raza y lugar.

Aquí el principal énfasis es en el espíritu como muestra el versículo 24. Dios es espíritu puede compararse con "Dios es luz" y "Dios es amor". Hay formas por las cuales él puede ser conocido. La espiritualidad de Dios no era una idea extraña a los judíos, pero ellos no habían reconocido la necesidad de alguna correspondencia entre el que es adorado y los adoradores. Jesús enseñó que los adoradores deben compartir algo de la naturaleza de la persona adorada. La relación entre espíritu y verdad aquí señala la necesidad de un culto genuino. Dios desea adoradores que están en armonía con él (versículo 23). Todo esto probablemente dejó a la mujer un tanto desubicada. Captó algunas conexiones mesiánicas, aunque no es claro lo que ella quiso decir al mencionar al Mesías (25). Hasta donde sepamos, los samaritanos no usaban esa palabra. La mujer puede haberla usado porque estaba hablando con un judío. Ciertamente, los samaritanos estaban esperando a un profeta (Dt. 18:15–19) quien revelaría la verdad, y esto echa luz a las palabras de la mujer. Dieron a Jesús pie para declararse como el Mesías esperado. Estaba dispuesto a hacerlo a una samaritana, pero no a los judíos cuyas esperanzas mesiánicas no se conformaban con su misión.



20:23 La promesa fue dada a todo el grupo de los discípulos (el verbo está en plural). Aunque perdonar pecados no es parte del poder humano, la predicación del evangelio proclama tal perdón. Los verbos están en voz pasiva lo que sugiere que Dios es el que actúa. Quienes no respondan a la predicación del evangelio son dejados en sus pecados (les han sido retenidos, RVA; "les quedarán sin perdonar", DHH). Sobre esta promesa, cf. Mat. 16:18, 19; 18:18, 19.



21:1-14 Jesús aparece a los discípulos junto al mar. Algunos eruditos han supuesto que este capítulo pertenece a otro autor, pero no hay evidencia en los manuscritos de que el Evangelio haya circulado sin él. Aunque parece tener algo de la naturaleza de un pensamiento tardío, puede haber tenido la intención de corresponder al prólogo. No es probable que otro autor escribiera esta sección, dado que hay varios puntos de contacto en ella con el estilo y el lenguaje de los capítulos previos.

Los discípulos habían dejado Jerusalén y llegado a Galilea. Sólo en Juan aparece el nombre del lago como mar de Tiberias. No tenemos que dar un significado simbólico al hecho de que se mencionen siete discípulos en el v. 2. Es digno de notarse que no aparece el nombre de los hijos de Zebedeo, lo que concuerda con la idea de Juan, de que uno de ellos era el autor del Evangelio. Hay varios paralelos interesantes entre el episodio de la pesca y el de Luc. 5:1–11. La observación de Juan aquí de que habían pasado una noche sin resultados puede ser una sugerencia simbólica (aún era noche en el sentido espiritual), pero lo más probable es que fuera otra reminiscencia de un testigo ocular. Sin embargo, hay un evidente principio espiritual, porque la situación fue transformada por la presencia de Jesús.

El hecho de que los discípulos no reconocieran a Jesús hasta después de obedecer su mandato de echar la red del lado derecho del barco es sorprendente (4–6). Si no conocían su identidad, ¿por qué respondieron a su orden? Probablemente estaban desesperados después de una noche infructuosa y estaban dispuestos a probar cualquier cosa. Pero el resultado fue considerable. El discípulo amado fue el primero que reconoció a Jesús, pero no hizo otra cosa que decírselo a Pedro, quien como siempre actuó impulsivamente para llegar cuanto antes a Jesús.

Hay toques vívidos que muestran a un testigo ocular en este relato, especialmente en el monto de la recolección de peces, la distancia desde la costa (8), el fuego con un pez y la orden de Jesús de que llevaran más (9, 10). La cantidad precisa de peces (11) es una buena información por la misma razón de que alguien estaba allí cuando contaron. Sin embargo, muchos eruditos han visto una razón más sutil para este detalle. Se ha hecho una sugerencia matemática ya que 153 es igual a la progresión de 1 + 2 + 3 … + 17 o algún significado simbólico que relacione este episodio con la alimentación de los 5.000 (cinco panes más 12 cestas totalizan 17). Pero tales soluciones son mucho menos convincentes que la simple aceptación de un número preciso de peces. Que se trataba de una comida común se puede decir en base a la invitación de Jesús a los discípulos para que se unieran con él en el desayuno (12). La tercera vez (14) relaciona este hecho con las demás apariciones de Jesús a un grupo de discípulos; los otros casos están relatados en el cap. 20.

21:15–25 Jesús habla con Pedro y Juan. El triple desafío a Pedro parece diseñado como un paralelo a su triple negación (15–19). Hay diferencias en las palabras usadas en las tres preguntas. En la tercera, el verbo que se traduce amas (fileo) es el mismo que usó Pedro en sus respuestas, pero es diferente del que aparece en las primeras dos preguntas (agapao). Sin embargo, en el NT estos dos verbos a menudo se usan en forma intercambiable y por lo tanto parece que no debe darse un significado especial a la diferencia de las palabras usadas. También hay diferencias en los tres encargos a Pedro. El primero y tercero usan la palabra apacienta, mientras que el segundo dice pastorea (o “cuida”), lo que implica la responsabilidad de atender las ovejas. El primero es dirigido a los corderos; mientras que los otros dos a las ovejas. Estas diferencias no tienen un significado teológico. La tercera respuesta de Pedro (17) era más fuerte que las otras dos, sin duda provocada por su dolor al ser interrogado tres veces.

El hecho de que Pedro había sido claramente perdonado y se le habían dado nuevas responsabilidades, que llegaban al apostolado, a pesar de su total negación del Señor, puede dar una esperanza genuina a los cristianos de hoy, cuando sienten que han negado a Jesús y que eso es imperdonable. El no pide otra cosa que nuestro arrepentimiento y amor.

La predicción del v. 18 fue reclamada por la tradición como algo que se cumplió en el hecho de que Pedro fue crucificado cabeza abajo. Pero esa tradición no se ha confirmado de manera firme y pue de ser una inferencia de este pasaje. Al decir que Pedro glorificaría a Dios en su muerte, Juan lo ve como siguiendo el ejemplo de Jesús (19). Algunos piensan que Pedro siguió a Jesús a lo largo de la costa, pero el hecho de seguir implica algo más radical que eso, o sea no menos que la consagración a su servicio. La preocupación de Pedro por Juan y la respuesta de Jesús que virtualmente le dice que se ocupe de sus propias cosas, parece estar dirigida a corregir un malentendido que circulaba en el tiempo de la publicación del Evangelio. Si después de una larga vida Juan seguía aún en este mundo cuando fue escrito el Evangelio (presumiendo que él haya sido el autor) era necesario que se rectificara el rumor de que no iba a morir (23).

La nota adicional en el v. 24 debe considerarse como una continuación de los versículos previos. Lo más natural es pensar que este versículo está dando por sentado que Juan era el autor. En ese caso, las palabras sabemos que su testimonio es verdadero señalan el hecho de que otros estaban preparándose para afirmar la identidad del discípulo amado. El versículo final tiene la intención de enfatizar el carácter selectivo de todo el Evangelio, pero también señalar que Jesús es mucho más grande que todo lo que se ha dicho sobre él en este libro.